Yo

domingo, 29 de abril de 2012

El Resurgir

                                                                                    Fotografía Jaione Bonilla Lertxundi




Bienvenidos a “El Resurgir”

Un paseo por los sentimientos y emociones del ser humano. Un pasaje sobre los diferentes estados de ánimo en los que se encuentra toda persona en algún momento de su aprendizaje llamado “vida”.



subSUELO
Enterrada bajo tierra. En un agujero escarbado con mis propios dientes. Aplastada por esta piedra que me hace cautiva de mi propia espera. Sintiendo hormigas recorrer mi piel. Sintiendo que muero en cada intento  de suspiro que fuerzo para que sea significativo, pero que no logra encontrar una razón de ser.
No siento la sangre recorrer mis venas, pues carece de mareas que impulsen a regar cada uno de los órganos de mi cuerpo. Estado en decadencia.
Y aquél tan importante, para mí, para ti, para él, decayó en ritmo. Suspendido en el olvido. Sin poder hacer nada por y para él.
Divago. En el absurdo de mi existencia, en la estupidez de mi elocuencia, por seguir en este mundo de locos.
Y lloro. Lágrimas caen creando charcos abstractos que recorro pisándolos, intentando encontrar motivos ocultos en la oscuridad de ésta, mi mente, hoy sótano. Tétrico. Húmedo. Indiferente.
Levitando. Así permanezco el día entero, subrayando palabras que carecen del recuerdo de mis momentos más iluminados. Hoy sin significado aparente.
Me mantengo ausente. Reacia a pertenecer a cualquier movimiento latente. Envuelta en mi sábana de tristeza, la que me asfixia reclamando penitencia, no sé aún muy bien por qué...



HUndida
Y el tiempo pasa… como un suave velo acaricia mi cara, pero no siento nada. Mi mejilla ya escarmentada carece de emociones, carece de interpretaciones. Absorbe el dolor. Ese sentimiento que recorre mi cuerpo, pendiente del mundo entero, y a la vez, desolación.
Aquí sigo esperando, pendiente del oleaje. Pendiente de no sé qué mensaje que quizás traerá una botella, ola tras ola, lenta es mi espera. Lento es el saber de no saber qué se espera. Hundo mis manos en la arena, buscando una respuesta, a no sé qué pregunta, a no sé qué sensación tormentosa.
Busco colores a un negro imaginario. Pincel en mano dibujo garabatos, todos sin significado, o sí, yo que sé, no lo sé… Me aturde el pensar, el saber, el conocer, por qué siento éste sabor tan amargo.
Motas de polvo ven mis ojos llenos de lágrimas, en el aire, en el espacio. Intento alcanzarlos con mis escuálidos dedos apenados, pero desaparecen. Como todo sentimiento aprisionado aquí en mi pecho, hoy proclamado inhabilitado. Del sentir, del vivir. Standby para mí. Silencio atormentado.
Pasan los segundos, los minutos y las horas. Los días encarcelados. Rejas de alcantarillado que mantienen hoy mi mente en una celda, oscura, negra. Soledad permanente. El latir que no se siente en un cuerpo muerto en vida. Ausente.
Ratas corroen mis entrañas, aquellas que hoy no se alimentan de absolutamente nada. Huelga para los cuervos que comen de mis sollozos en desespero.



CAMINO…
Camino lenta observando mis pasos, sintiendo que no pertenezco a este mundo de naufragios. Camino absorta de cualquier realidad, mirando sin ver a quien camina cruzándose en las calles, en la vida. Soledad.
Miles de puntos negros se intercalan a diario, formando líneas rectas, algunas en contacto. Miles de cabezas pensantes sin pensar en nada, salvándose tres o cuatro de la fuerza de la riada. Los observo aquí en la orilla, como corre la corriente, a toda prisa.
Prisa. ¿Por qué? No consigo entender dónde va a parar el agua. Sí, al mar, ¿Y qué? Mantenerse a flote y mantener la calma. Pues en éste inmenso azul muchos andamos a la deriva, buscando tierra no conquistada o quizás tan sólo un salvavidas.
Camino lenta observando mis pasos, siguiendo a los gatos que corren por los tejados. Camino pensando dónde está el norte, en lo que puedo imaginar más allá del horizonte. Quizás así entre en contacto, con lo más puro de mis adentros, en lo esencial de un ser humano.
Vomito letras que crean palabras, en el blanco de un papel de sombras pintadas. Arrugo en mano apretando puños. Pasando página, de nuevo blanco impoluto. Círculos dibujan mis dedos, creando con fuerza un agujero negro, una región en el espacio-tiempo provocado por una gran concentración de ansiedad en su interior, con el aumento de la densidad. Con desesperación.
Me escapo de puntillas, sin apenas tocar el suelo…



 ¡GRITA!
Grito con mi boca cosida en cuero. ¡Basta!. Un “clic” en mi mente cabizbaja realiza un corto, pero preciso, movimiento. Me niego a seguir así. Mastico fuerzas recibidas por manos amigas que me ayudan a impulsar mi alma hacia arriba.
La luz contrae mis pupilas, dilatadas hasta el momento por la oscuridad en la que permanecía sumisa. Un jarro de agua fría cae en mi menudo y débil cuerpo, el que reacciona erizando el bello, demostrándome que sigo viva. ¡Espabila! Ordena mi cerebro.
Mi campo de visión se amplía por momentos, como se abre el telón dando paso a la función, a la obra más importante, mi vida. Aquella en la que soy protagonista. Prohibiendo la sensación “quedarse en blanco”, paralizando la obra en un silencio amargo. Escuchando de fondo una vocecilla que me susurra el paso al siguiente acto:
-¡Venga!  ¡Para arriba!
 Un impulso mezclado en rabia proporciona a mi corazón la descarga  necesaria para devolverle el bombeo, el latir, el sentir. Desfibrilación. Resurgir.
Espalda recta. Camino erguida. Sensaciones revolucionan mi estómago, una ilusión ingerida. La ilusión de saber que salgo fuera. Que puedo. Que me como el mundo entero.
Sacudo la tierra de mi cuerpo, del agujero en el que permanecí enterrada en vida…



RESURRECCIÓN
Hago oídos sordos a las voces del mal trago, a ésas que perturbaban mi mente en la oscuridad de un callejón aislado. Abro mis ventanas. Aireo las penas, que marchen en bandada. Pinto paredes de blanco. Cambio cuaderno de diario.
Siento mi sangre recorrer mis venas como torrente en cascada. Siento que  dibuja mi rostro una sonrisa, antes, ni imaginada. Siento que corro millas en mi interior. Que repico mis zapatos de charol, con Alicia, en el País de las Maravillas, la que me da la bienvenida, coge mi mano y dice:
-         Camina…
Pasos firmes realizan mis pies. Pasos cargados de esperanza, ricos en el saber. En el saber que podré salir, que volveré a sentir. Que mi presente es bueno y mejor será mi porvenir.
Tiro de la cadena. Que se lleve el desagüe los malos rollos, la  triste escena. Resbala el agua por mi piel, llevándose con ella el dolor por el que me sentí envolver. Apoyadas las manos en la pica, mi pelo mojado se pega a mi cara, alzo mi rostro y me veo reflejada. Mis ojos me miran. Me siento desafiada. Mi boca esboza media sonrisa y me digo un poco chula y confiada:
-         ¡Venga! Esto no es nada…
Y mi alma me observa, rezagada en una esquina de la estancia, sonriendo, feliz. Por la emoción escenificada.



EL RESURGIR
Desplego mis alas y alzo el vuelo con el impulso de mi corazón, recuperado del dolor. Esa bomba en erupción que vuelve a recobrar vida por momentos. Que dejó a un lado sollozos y lamentos y le dio la bienvenida al amor. Amor a vivir, a CREER en mí. A encontrarme una piedra en el camino y tener la fuerza necesaria, para poder mantener la calma, en el desnivel a sentir.
Crece vida a mí alrededor. Libélulas se posan de flor en flor dejando una estela mágica, rica en vitaminas, para éste cuerpo predispuesto a sentirlas. Crece el hambre en mi interior, crece el sentir con devoción. Algo tan sencillo como visualizar el brillo, quedarte con la imagen. Carrete analógico insaciable. Encuadres con gran desenlace que guardaré como recuerdos memorables.
Libertad siento en mis adentros. Poder de ejecución constante, para analizar el enfoque con el que miro, pienso, luego existo. Una sonrisa dibuja mi rostro, carta de bienvenida, para todo lo que venga en ésta, mi vida.  La vida con la que me obsequiaron, afortunada en todo caso, como tú, como ella, como él…
Se hace camino al andar. Y creamos pasos al experimentar. Emociones, sensaciones, sentimiento de libertad. Felicidad en pequeñas dosis que te ayuda a colorear viñetas en blanco y negro que toca rellenar.
Para SUPERAR, para SENTIR, para VIVIR.

Para aplaudir…






















domingo, 22 de abril de 2012

Amor/Odio

Fósforo en mano prendo fuego a mi cuerpo que explota en llamas. En gritos. En rabia. Puños contra una pared aislada que dibujan tu cara en sombras de color negro. Hoja afilada que con un fino corte abre mi carne, putrefacta, materializada en larvas. Lombrices que asoman por mi boca por no escupir palabras que te hieran el alma. Que te hieran ese corazón que dices que late aún sin razón. Vacío en sentimiento y amor.

Me lleva un tren a toda mierda. Echando un vistazo desde el último vagón. Arrancando de raíz mis piernas, antes estáticas aquí, en ti. Salvándome de un precipicio del que creí caer y morir.
Nuevo destino. Nuevo lugar. En mi cabeza sigue tu recuerdo, el que quise olvidar. Arrancar de mis adentros y desangrar. Un cuervo poseo en mi hombro que me prometió actuar, arrancarme los ojos si te volvía a imaginar. Sombras que quedan grabadas en un recuerdo hiriente, sombras que me acompañan en mis paseos de soledad latente.

Quise morir, quise olvidar, quise sentir libertad. Sólo para decirte, quizás, que creí curarme de ti.

Julia Stone






...

Salida

Capullo envuelto en seda. Retuerzo mi cuerpo en sábanas blancas, delicadas a simple vista, pero fuertemente arraigadas, a mi cuerpo. Al desespero. Desespero por hacerme fuerte, por crecer interiormente, para después salir al exterior. A un mundo al que YO le de color.
Me contoneo. Me estiro. Intento llegar a un infinito. Alzo mis brazos, que mis dedos toquen el espacio. Y me vuelo a encoger. Traigo piernas y manos a un estómago en ayuno. Hueco. En un vacío del saber.
Desgarro con mis uñas mi caparazón. Abriendo paso a mi nueva vida, mi nueva alma iluminada en luces de colores que le dan brillo a mi cara. Espléndida mirada. Sacudo mis alas y alzo el vuelo. Me poso en flores de olores intensos, dejándome guiar por corazonadas quizás, por el sentir, por el hambre del descubrir.
Siento que el aire roza mis mejillas, siento que el sol me nutre. Vitaminas. Para mi alma hasta ahora perdida en un laberinto de emociones sufridas. Encontrando la palabra "Salida" señalada aquí en mi pecho, en un corazón rojo intenso, que volvió a sentir de nuevo, y late más fuerte que nunca. 



miércoles, 18 de abril de 2012

Te adoro

Me escuchas siempre desde ahí arriba,
secas mis lágrimas acariciando mis mejillas.
Una parte de mí se fue aquél día,
dejando en mi alma éste dolor.

Sé que observas mis pasos,
que te mantienes tras de mí rezagado,
que miro mi espalda, echo un vistazo,
y me animas; "Camina..."

Te quiero a rabiar.
Echo de menos tu sonrisa, nuestra complicidad.
Muecas que aquellos días fueron vitalidad.
Para mí, para ti, momentos de felicidad.

Un sólo sentir.
Un único, existir.

martes, 10 de abril de 2012

Libre

Las aspas del ventilador giraban una y otra vez frente a su rostro. Su pelo al viento le proporcionaba la sensación necesaria de libertad para soñar que escapaba de aquella realidad, su vida, en la que permanecía inmersa en un vacío eterno. Su mente divagaba ausente en la imaginación, escenificando una vía de escape propia a su deseo. Escapar. De su vida, de su monotonía.

Levitaba ausente por pasillos vacíos de gente, reponiendo miles de artículos que caracterizaban al lugar como sobre cargado, digno de agobiar a cualquier cliente que apareciera al abrirse las puertas. No se detenía, tan siquiera, a fijarse en el género repuesto. Seguía un patrón de formas, colores y precio que le eran, más que suficiente, para encontrar su posición en el gran almacén. Hacía mucho tiempo ya que no prestaba, la más mínima atención, a lo que vendía.

Horas muertas pasaba frente al ventilador. Dejando correr ese hilo, que por sí sólo, teje lo que llamamos sueño. Dando rienda suelta a su necesidad más inmediata. Huir. Dejar atrás todo aquello que no le aportaba nada, que no desprendía ningún tipo de inquietud en su ser.

Cuando llegaba a casa no mucho más cambiaba la estampa. Se tiraba en el sofá mirando absorta los mapas colgados en la pared. Las mil postales que, sujetadas por una chincheta, decoraban la separación de cada estancia. Caminaba devolviéndole color a su vida, acariciando con las yemas de sus dedos, pensando en ese lugar que, un día u otro, visitaría.

Despertó. Las cuatro de la madrugada. Apenas prestaba atención a lo que introducía en la mochila, nueva, por no haber estado ni una sola vez utilizada a pesar de los años transcurridos en el armario. Mientras se vestía no dejaba de mirarse fijamente. Inexpresión en su cara al no poder apartar la vista de sus pupilas contraídas, más que nunca, por la luz que de repente habían percibido sus ojos.

Corría ida. Agarró mochila en mano dándole fuerza al antebrazo para alcanzar tirarla y conseguir así libertad para subir al tren. Una vez arriba respiró. Sus pulmones mantenían un ritmo frenético, su corazón casi fue expulsado por la boca. Inhaló hondo. Cuando pudo, perdió la noción del hecho.
Respiró más tranquila observando el cielo. Pronto perdió su significado el verbo pensar y evadió su mente a la nada más absoluta. Imaginándose cómo iba a ser visitar todos aquellos lugares recreados en postales. Postales que decoraron sus blancas paredes y que, en poco tiempo, vería con sus propios ojos.

sábado, 7 de abril de 2012

Siento

El agujero negro en el que me encuentro me atrapa, me amordaza, intenta colarse en mis adentros por  resquicios del desespero. Manos en la oscuridad recogen mis lamentos, alimentándose de ello como buitres en carcasa. Presión frente a mí, por salir de este pozo, por sobrevivir...
Todo mi empeño escenifico en el esfuerzo que realizo para salir de aquí. Para volar, para escapar de un negro intenso que pretendo transformar en colores. En amarillo, naranja, violeta, en rojo piruleta, para cambiar un sabor tan amargo por un sentimiento dulce. Por una emoción que cure. Por un mejor porvenir.

Siento cerrando mis ojos que el sol nutre mi cara, mi cuerpo, mi alma, mi mente abstracta. Siento que por mi mejilla recorre una lágrima salada, sal para limpiar mis heridas, para desinfectarme del mal que en mí habita, y empezar a correr por mis venas, mi sangre, la que siento por bandera.
Ilusión por salir. Por encontrar fuerzas y vivir. Por gritar, vibrar, saltar, cantar, bailar, crear. Descubrir.
Por gozar de un regalo llamado vida. Por esbozar una sonrisa. Por recuperar el sentir.
Dar los buenos días cada mañana, pintar una mueca en el techo, abrir las ventanas. Dejar que el sol acaricie mi pelo, que ilumine mi cara. Que corran mariposas en mi estómago atento, al movimiento de sus alas. Las que nos emboban sin remedio, sin poder hacer nada...

Siento, y por ello padezco. Pero me alegra sentir que siento por que gracias a ello vivo.

Yo puedo...

jueves, 5 de abril de 2012

Dibujo

Miro tu lado de la cama y no estás. Las mañanas tienen más encanto cuando despierto a tu lado. Tus ojos entreabiertos y esa sonrisa que me encandila son la mejor manera de empezar cada nuevo día.

Dibujo tu silueta con mis dedos, los que te teletransportan a un éxtasis en estéreo, albergando la esperanza de que aparezcas creando magia, creando esa sensación de la que día a día voy enganchándome sin medirla, sin pensar. Me dejo llevar por un terremoto de emociones que siento en mi interior, en mi corazón, donde florecen sentimientos a destajo. Ésos que me impulsaron desde lo más bajo y me llenaron de vida en un momento dado.

Sonrío. Es irremediable... Siento que respiramos a un mismo ritmo, en un mismo encuadre. Una luz especial con cierto color de bienestar envuelve el paisaje. Camino siguiendo mis propios pasos, los que piso con firmeza, con fe ciega, en todo lo que hago. Lo que pienso, lo que siento, lo que creo que te demuestro en cada segundo que paso a tu lado.


lunes, 2 de abril de 2012

Dolor

No tengo fuerzas para seguir. Mi alma pierde fuerzas y mi corazón poco a poco deja de latir. Cada vez siento sus bombeos más lejos de mí, y mi sangre se obstruye en mi cuerpo, sin encontrar caminos donde regar un porvenir. Nunca llega ese momento de calma a mi aura desencantada. Necesito llegar a un fin. Un final a éste dolor que me mata, que me nubla la vista y me maltrata. Un final a éste desespero, al que me corroe y me duele con tal desenfreno. No puedo más. Siento que me hablan y mi mente se mantiene ausente de todas las palabras que levitan a mi alrededor, siento que presto atención a motas de polvo que no puedo tocar, al aire que me acaricia la mejilla y al que me intento aferrar. Al sol que devuelve color a mi piel pero que parece no entender que mi alma sigue sin blanca, pálida, débil, apagada.
Caras amigas angustiadas, sin poder dar una explicación de lo que por mi mente arrasa sin premeditación. Simplemente siguen ahí, agradecida multiplicado por mil. Pero no encuentro sendero por el que atajar a éste desespero. No encuentro salida a un laberinto de espejos donde a cuál peor me veo reflejada. Unos muestran mis miedos, y en otros me veo encarcelada. Negro, oscuro, gris. En mi sangre huellas, pisadas, patadas a destajo que hoy por hoy no dicen nada. Queda dolor, resquemor, algo que se apodera y alimenta de lo que llamamos vida. Mi vida.
Atrás quedan esperanzas del poder que mantenía. Sonrisa.

Sólo espero poder recuperarla algún día...

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