Yo

martes, 27 de septiembre de 2022

Brotar

Yo no soy una estrella fugaz,
yo soy mi luz en mi oscuridad.
Soy capaz de alumbrar el pozo del que vengo, mi segundo hogar.

Una guerrera de instinto animal,
una felina que asomada está.
Escalo los muros para escapar,
camino por tejados, ésa es mi libertad.

Y lo que pase dependerá de mí
no tengo duda, voy a seguir.
De todo se renace siendo más fuerte.
Creces, creces, creces qué más quieres?

Y lo que vivo ya es cuestión de honor,
mi dolor lo tiro al contenedor...
Ahora me levanto siendo fuerte
se expande ya mi mente divergente.

Quemo mi mundo en mis manos,
broto de nuevo vida sin descanso.
Lo que antes eran cicatrices,
se convierten ahora en alas, yo soy libre.

Mis cenizas huelen a hierbabuena,
a romero, y a las azucenas. 
Mi ave fénix resurge de nuevo
hay mucha vida después del fuego.

Y si volteo y miro atrás, 
Se me fue la olla, quise apagar.
Qué puta locura, con sinceridad
Qué sería del mundo sin mi singularidad.

Establezco hilos, mis intersecciones,
en un mapa apunto mis anotaciones.
Y si no te encuentro en mi recorrido,
quizás en otra vida seas digno.

Puñales que me quito de mi espalda,
ahora juego con ellos en dianas.
Si lo tuviste y no supiste ver,
tiempo de sobra para reconocer.

Ahora no vengas con historias
Me dijo aquél día, aquella, la otra...
No me gusta la gente normal
Prefiero a mis perros, su fidelidad.

Me sobra una mano para contar
la gente que me quiere, que es de verdad.
Quizás me volví muy exigente,
pero no me vale cualquier mente corriente.

Me aburro tanto con la sociedad
que de lianas me quiero columpiar.
Y si es montaña que quiero escalar,
apunto la siguiente sin ésta acabar.

Me trasplanté en tierra libre,
dibujaban solas mis raíces.
Porque crezco a lo exponencial,
me faltan vidas para tan sólo plasmar.

Aquí lo que yo siento en mi pecho,
ése pellizco que me sale de aquí dentro.
Para mundos infinitos recrear
que aunque tengan luz también tienen oscuridad.








viernes, 23 de septiembre de 2022

Hoy llueve

Hoy el cielo soy yo. Llora conmigo, a raudales. Y nubes negras dibujan relámpagos cada vez más cerca, seguidos de un estruendo que rompe en mi cabeza.

Hoy lloro de tristeza y siento rabia porque mi alma se rompe en pena. 
Autovías de posibilidades a escoger que mis lágrimas no me dejan ver. Se empañan mis cristales. Bajo ventanillas buscando un ápice de aire. Doy las luces y no alcanzo a ver un punto fijo que me sirva de referencia en mi estado cognitivo. 
Los parabrisas parecen locos de un lado a otro, con la desesperación de que su trabajo hoy no se ve recompensado, pues ésta es una lluvia torrencial. Caballos desbocados.

Y giro, a ver si éste puede ser el camino, pero no. Un túnel desbordado tiene una advertencia escrita, el agua. 
El agua que me llega hasta la barbilla. Que no me deja respirar. Fugas inadvertidas. 

Así que salgo del coche. Cierro tras de mí la puerta y reposo mi cuerpo en ella. Me mojo, como si hubiera entrado vestida en una ducha fría para ver si mi mente espabila y abre mi capacidad torácica para expandirme. Respira!
Y lloro. Mientras se cala mi ropa en mi cuerpo, sollozo, grito en silencio porque no me sale la voz. Grito en sonido sordo y siento que voy vomito el corazón.

Y no puedo más. En mi pelo corto caen gotas de agua que llego a acariciar con mis manos, y no puedo dejar de tocarme sintiéndome perdida en una tormenta de emociones que me parece sobrenatural.

Una batalla interna que mi cuerpo sufre de nuevo y pasará factura... Sin más.
Funciona así. Funciono así. Sintiendo que me rompo y que me vuelvo a reconstruir.

Una estación de tren, un largo y gris badén que me da para coger carrerilla y coger barandilla de un tren del que desconozco su destino, pero señales en sueños infinitos me avisan de que puedo perderme, pero ésta vez, por escapar de un dolor atronador que no descansa en ésta tormenta.

Llegará la calma, durante la espera, pero hoy no veo de cerca con ésta lluvia violenta.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Mañanas

Otro día que abro los ojos. Miro el blanco techo unos instantes y ya no puedo acordarme de si he escuchado la alarma o si mis ojos han dado su primer golpe de estado del día y se han abierto solos por decisión propia. 
No pienso. No puedo. Mi cuerpo está en mi cama, pero apenas mueva nada. Casi ni parpardea. No estamos.

Valoro. Miro al cielo por mi ventana a ver qué color ha decidido ponerse hoy. Las hojas de los árboles se mueven, y una suave brisa mañanera hace que se estremezcan mis piernas, e involuntariamente ellas solas, deciden taparse.
Oigo cantar a los pájaros, y la vecina del bloque de enfrente ya relincha a su nieta pequeña que se tome la leche. 

Permanezco inerte. Aunque mis sentidos agudizan y los sonidos cotidianos me devuelven a la realidad? A una realidad? Ésta quizás? La que se llama ahora "normalidad"?
A veces difiero. Y otras muchas sólo por aburrimiento.

Me autoescaneo buscando agujeros negros donde exista un dolor persistente. 
- Ahí estás. De momento te comportas eh..
No me des mucha traya hoy y nos llevaremos bien...

Poco a poco me estiro. Alcanzo sensuales siluetas sin ánimo de lucro propio. Pero son movimientos en los que se ve atrapado mi cuerpo y siento un bienestar interno en el que encuentro placer.
Esos pequeños placeres de la vida...

Recojo todo el poder de mi alma de buena mañana y me siento en la cama. Toco con mis pies en el suelo y los miro. 

- Vamos, tú puedes nena. Viniste para dar caña en tu mundo. Dale.
Y te preguntas que si es valiente?
Te contaré algo.

Ha vivido cosas que le han destrozado el alma.
Ha escuchado cosas que le han matado por dentro.
Han desconfiado de ella cuando más leal ha sido.
Y ha recibido la traición cuando más confianza ha dado.
Pero mírala, ahí sigue de pie. Y con esa sonrisa pintada en su rostro...

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