Yo

domingo, 30 de octubre de 2011

Aliméntate

Me rompiste las medias. No tuviste cuidado y un agujero dejó a la vista mi piel. Un agujero que hiciste más grande con tus dientes, mientras tu boca y tu lengua recorrían mi carne. Te encantaría morderme y chupar mi sangre... ¿O me encantaría a mí? Aliméntate de mi vena femoral llevándome así a un paraíso celestial de sensaciones y emociones dignas de experimentar. Recréate en la forma de alimentarte, chúpame entera hasta dejarme seca... O mejor aún... Déjame beber de ti. Déjame saciarme de una sed sin fin. Déjame sentirme cerca de ti, tan cerca que pueda arrancarte la piel a bocados y mostrarte que formo parte de ti...

Sssshhhh....  sólo déjate llevar...

Cuchilla en mano

Mirada perdida con un toque aterciopelado de melancolía. Las blancas paredes del baño y la frialdad del mármol formaban la escena perfecta. El espejo echo añicos le permitía verse multiplicada. Vagaba por su mente ausente buscando un motivo... ¿elocuente? Carencia. Alzó sus ojos y se miró con odio. Repugnancia de sí. Escupió. Dos pasos atrás hicieron que chocara espalda con pared. A cámara lenta fue dejándose caer. Las paredes ganaban terreno, empequeñecía por momentos. Despejó su menuda y pálida muñeca y se dispuso a dibujar cortes en su piel. Corte profundo vertical. Si se hace en horizontal simplemente es un grito de atención. Si por el contrario, lo que quieres es decir Adiós, corte vertical. La cuchilla resbaló de su pequeña mano y sonó al caer contra el suelo. Nada escuchaba ya. La agonía y el desespero habían invadido su alma y cuerpo. Miró a su alrededor, con los ojos bien abiertos intentando recaudar un recuerdo. La sensación de pérdida de la percepción no la dejaba pensar. Sentía morir poco a poco. Su luz se apagaba. Su vida escenificada en tonos sepia y carbón. Un agujero negro se precipitaba dentro de su cuerpo, un agujero negro que se lo llevaría todo, el dolor y la degradación, como poco. Su pulso disminuía como ritmo de batería. El sueño invadía su ser cada vez más decadente de vida. El rojo sangre que manchaba las baldosas recorría rápidamente el suelo. Cansada, sus párpados bajaron el telón.

Bienvenida libertad...

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