Yo

domingo, 26 de enero de 2014

Tiempo después...

No había albergado nunca en mi pequeño cuerpo tanto dolor. Tan siquiera era consciente de lo terrible que resulta. Quizás dolor de otro tipo, llámalo emocional, sentimental, anímico. Físico nunca. Tanto que parece morir tu mente en un bloqueo constante en el que tu ser, tu esencia, parece morir lentamente en la agonía de no encontrarte a ti misma.
Aprende a vivir de repente, pasados tus treinta años, de una manera totalmente distinta. Es tan difícil...
Nos quejamos de que vivimos deprisa, realmente lo hacemos, y más aún los que poseemos inquietud, aquí, en nuestra azotea.
Mil ideas que revolucionan tus archivos ejecutados y tantos otros aún por ejecutar.

Para de repente. Es imposible. Pero tus fuerzas caen, y tu rendimiento aún más. Y tu cuerpo poco a poco se va ralentizando. Tanto que llega un momento en el que el dolor, el malestar, tu percepción bloquea tu mente extraordinariamente. Y parece que mueres. Mueres tú. Todo es apatía. Todo es desidia. Todo es un foco de mierda que no entiendes muy bien por qué tu cuerpo tiene que estar ahora así. Y lo fatídico es que ya te había avisado mucho antes, pegándote en la nuca pequeñas collejas a las que no habías tan siquiera prestado atención. Luego caes, en lo importante que es tu cuerpo, tu funcionamiento diario, pero ya es demasiado tarde como para que ahora lo quieras arreglar quizás descansando unos días.
Aprende a vivir con dolor y cansancio crónico. Con el deber de administrar la dosis nerviosa precisa para cada situación y emoción. ¿Que aprenda? ¿Cómo narices se hace eso? Alguien para quien el nerviosismo ha sido el motor de inyección.

Afortunadamente llega un día en el que no aguantas más la respiración en lo más hondo de tu ser y por cojones tienes que impulsarte, sacar fuerzas de donde no encontrabas antes, salir a coger aire y respirar. Es tan importante respirar. Respirar tu alma, todo aquello que te describe. Tu carácter, tus aficiones, tus gustos, tus motivaciones, tu deseo de querer más y más, solo para ti, para que pequeñas cosas te hagan sentir feliz.

Para agradecer con una simple sonrisa todo aquello que te hace sentir... viva. Viva sí. Por que aunque no mantenga el ritmo que mantenía antes, lo importante al fin y al cabo es ser constante. Constante para ti. Para seguir adelante por que simplemente quieres seguir... ahí.


Datos personales