Nadie me escucha. Grito desde mi interior con la boca cerrada, pero nadie me escucha. Es inútil. Ni siquiera perciben mi decadente existencia. ¿Cómo me van a escuchar gritar? ¿Cómo me van a oír pidiendo ayuda? Mi alma grita a oscuras. Y mi corazón amenaza con dejar de latir si nadie acude a mí, en mi ayuda.
Sentada al lado de la ventana. Viendo pasar la gente como quien observa hormigas insignificantemente. El aire acaricia mi piel, de ojos cerrados e inclinación hacia arriba, logro sentirme viva por unos minutos. Abro los ojos poco a poco. Inhalo de mi cigarro, dejo entrar el humo en mis pulmones incapacitados. Maltratados. Pero la sensación de bienestar bien merece la oportunidad de sentirme algo bien en ciertos momentos. Aunque luego repercuten mis actos...
Me siento cansada. Una rara sensación de opresión hace sentirme aplastada. Desubicada. No encuentro el punto exacto en el momento exacto hace demasiado tiempo y no sé dónde empezar a buscarlo. Perdí el norte hace tanto...

¿Vendrás a por mí? ¿Vendrás a ayudarme?
Creo que seguiré en el intento de imaginar que hoy te tengo. Mañana no sé qué pasará, y al siguiente, ya se verá...
Sólo que algún día es pobable que ya no piense en ti. Y que cuando vengas a rescatarme ya no esté aquí...
¿Quieres pensar en mí y venir a rescatarme?