Yo

domingo, 15 de mayo de 2011

Ciega

Creí haberme perdido en la oscuridad de mi inmensidad. Ciega. Incapaz de visualizar con certeza el camino de vuelta. Creí haber olvidado las ganas de lidiar batallas con mi consciencia, la que aveces evalúa absurdos, y otras sin más, se desvanece, o se mantiene en espera. Espera en la que decida yo por ella. Sin pensar en consecuencias o en distracciones propensas a un augurio en decadencia.

Caminé dando tumbos en una ladera llamada Inocencia, la que perdí a base de hostias, repetidas en varias secuencias... Bienvenido mi realismo perdido durante un suspiro. Al volver a marchar, procura avisar. Dejándome llevar a una deriva sin final, del cuál poder retomar el rumbo, en ciertos momentos de deambulos. Sintiéndome perdida...

Encontré el camino de vuelta a mi entender. Recorriéndome varias escenas donde predomina la palabra "ser".
Ser que vive bajo sospecha, de conocer en qué momento tomar las riendas ella...
Volví. Conmigo mi existencia. El saber que como deber a existir, necesidad de percepción de experiencias.
Reiteradas ocasiones sintiendo destreza. Otras por lo contrario hundiéndome en barro, sintiendo que me  traga la tierra. No dejándome respirar, ni cojer aire siquiera...

Aún así, hoy aquí. Aprendiendo poco a poco, diferentes formas de existir...




Cara y Cruz

Te siento. Como siento tus labios dibujar los míos con tu lengua. Como siento tus dientes rozarlos con necesidad hambrienta . Como siento tus ojos clavados en los míos como causa eterna. Me tocas. Me acaricias con delicia la piel que cubre mi cuerpo de miel. Dibujando siluetas en ella, a efectos parciales, con suma delicadeza. Y me besas. Recorre mi cuerpo tu boca con infinita esencia. Esencia que desprendemos ambos, reconociendo territorio ajeno a destajo. Amaneciendo el uno en el otro. Dejando huellas marcadas para no perderse en el olvido, la nada. Y me abrazas. Manteniendo estancia en los rincones más inimaginables de nuestras almas. Siento morir en deseo de abrazarte fuerte, eternamente. Me desespero. Te encuentro, como cada vez que traspasas en mí la barrera de "alto el fuego". Marcada, como con hierro ardiendo dibujando en mi ser símbolo eterno. Cuando siento desfallecer cada vez que penetras dentro. Y muero y revivo de placer una y otra vez.




Creo que sigues aquí al lado. Pero no te encuentro. No te siento. No percibo ninguna señal de acercamiento. No intentes rozar mi piel con tus dedos pues no espero que notes mi alma en declive, en retroceso. No sé que luz tienen tus ojos, no me alumbran hace ya algún tiempo. Siento morir en cada momento pasado a tu lado por el vacío extremo que ocasiona tu frialdad mostrada a mi entendimiento. Ya no te beso. Ya no te abrazo. Ya doy por echo que somos dos extraños. Que desde hace mucho tiempo escojimos caminos separados. Lo que no sé es qué hacemos... Si cada uno quiere seguir por su lado... Se acabó todo. No existe más hallazgo. Lo bonito que tuvimos queda hoy ya olvidado. Prefiero ciertamente no encontrarte al despertarme. Evitando en todo momento la probabilidad de rozarte, de que apartes tu cuerpo del mío como si objeto punzante te tocase. Causa mucho más dolor del que pude imaginarme. No existe más perdón del que creamos impasibles a tan vacio interior.

Datos personales