Yo

viernes, 10 de junio de 2022

Carcasas vacías


Una palabra de cariño, un adjetivo, para cada una de las personas que te arropaban tu alma en un abrazo, en un gesto bonito, con todo el amor, abiertos sus brazos, se ofrecían para levantarte al alba, de ellos sacabas fuerzas, para sentirte resguardada. Creías haber encontrado la almohada donde descansar tus golpes. Espejismo.

Fuerzas se vuelven en tu contra. Fuerzas en las que al girar el cartel, la palabra es otra.  Descubres con asombro que se convierten en tormento. Caras desfiguradas atormentan tu lamento. Ojos vacíos de un sentimiento, cuchicheos en una esquina con mal entendimiento.

Palabras bonitas llenaban sus bocas cuando sus gestos te dejan sola en una sala vacía. Palabras, palabras, palabras...
Expresión poco sincera o carente en contenido.

Dolor. Por creer que por fin te rodeaste de gente que tú elegiste con criterio y con razón, de repente sueltan cuerdas y caes de nuevo en lo que nunca olvidó tu pena, la tristeza de una certera idea que te acompaña desde el nacer... Tu soledad.

De donde emanas e irradias TU fuerza, escarbando con uñas y dientes en tu infinita esencia, para...poder. 
Verte guerrera y seguir adelante para no cometer.. ése mismo sentimiento errante la próxima vez... 

Tomas nota, pero repites equívoco, y sigues rasgando tu alma porque no sabes ser de otra manera. Te miran de reojo y con cara de... alerta?

Distante. Nada es lo mismo. Cada uno a su parcela, sabías ya, no pertenecer a ella pero te sentías cerca, resultaba ser...para nosotros el valor de seguir adelante. Sin embargo las palabras vuelan, se coge una idea y se tira fuera. Etiquetandote sin razón.

El que sufrió de verdad, no miente. Ya fue el querer decadente anteriormente, así que quiere, quiere de verdad, y sin razón. Tan sólo por tener paz en su corazón. 
Es conocerse, es molestarse en saber que todo el mundo es diferente. 

Yo soy yo.
Y tú?
No te conozco. Reconozco tu carcasa pero el interior es otro.

Creí conocerte y no salgo de mi asombro.
Aún me duelen las heridas, tus puñales, tus abusos. Los sufro, tus caras de disgusto. 
Tendrás valor, siquiera?
Te lo di todo, mi verdad más sincera. Con sus aciertos y sus errores. 

Y como una estúpida yo lloro. Porque creo de verdad, porque creo en la bondad y en el abrazo, no teatral, de sentir tu dolor.
Porque siento sin razón, de ser, de porqués, sin ninguna explicación. Siento porque siento. Porque vivo. Porque mi amor sincero e infinito, creí que lo supiste ver... 
Invidente eres? 

Dolor. Se repite de nuevo la acción. Y vuelves a verte reflejado en el espejo que aquella vez te susurró al oído para recordarte tu destino.
Soledad. Por la incapacidad de querer en desmedida, por justificar un juicio en retrospectiva donde pierdes la palabra empatía y el símbolo del amor. 
Amor de querer, de ayudar al prójimo y, tal vez, entender que cada vida es una vorágine de subidas y caídas. Todas con un entender de saber que cada uno es un mundo infinito, que un gesto aúpa sin recibo, que debe salir de tu ser.

Camino con la cabeza alta, no gasto un segundo en agacharla. No soy perfecta. Pero ni tú, ni él, ni ella.
Sólo sé que fui de corazón, que armé mi armadura para tu desazón. Hoy me encuentro con tus espaldas, con tus miradas de reojo, con tus distancias. Yo me refuerzo en mi honor, en el que te di de todo corazón.

Si no lo supiste ver, perdiste. Algo que era real... ya no existe. Quedó en el recuerdo, en un archivo encriptado, para que si lo abro por error no encontrar su sabor amargo. Aunque para mí, de vez en cuando, surja tu recuerdo y mi rostro quede cabizbajo.



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