De cara a las vías. Inmóvil. Observaba la gente que esperaba en el andén contrario. Personas sentadas acompañadas de maletas, cargadas de vivencias, o aún por vivir, tal vez. Un chico con los cascos puestos, mira al suelo tanto como a veces lo hace ella. Una chica, camina de arriba para abajo, nerviosa, intranquila. De repente se miran, situaciones tantas como las que imaginemos también. Llega el metro. Su reflejo permanece inmóvil a la velocidad en la que llega, por un momento observa su rostro reflejado. Se abren las puertas.
Su cuerpo amortiza las sacudidas del vagón, Rape Me le canta Kurt, justo al poner el primer pie en el andén. Como en rio de gente que sigue una misma corriente se mezcla para alcanzar las escaleras, para encontrar la salida. Procura tener la mente ausente, pero ésta no se relaja, ni de noche ni de día. El aire frío acaricia sus mejillas, las que esconde agachando la barbilla, y mordiendo la bufanda procura taparse los labios y sellarlos como contrapartida.

Mirando al cielo y sintiendo el aire cierra los ojos pensando en ti.
Y enciende un cigarrillo para seguir su camino.