Yo

martes, 28 de mayo de 2013

Poco a poco

A lo largo del día pensamos en cosas cotidianas que no son relevantes y aún así les otorgamos una importancia máxima sin valorar siquiera lo que nos rodea. Cuando tu cuerpo empieza a fallar, quizás al principio no le das la menor importancia, será una gripe, será una gastroenteritis, será que hoy el tiempo ha cambiado, será que hoy simplemente tengo un mal día, será, será, será...
Cuando van pasando los días y tu cuerpo no se regenera solo, si te automedicas (por chutarte algo) y no reacciona a ello, entonces te presentas delante de ése o ésa que lleva una bata blanca y se autodefine como médico y aún explicándole tus síntomas y medicándote a su gusto no mejoras... empieza a tocarte los huevos la cosa.
Falta que tengas tres oportunidades para tocar diana y los tres dardos vayan fuera. Pierdes confianza. De consulta en consulta y tiro porque me toca, si doy en la casilla de "hoy no tengo ganas de trabajar" retrocedes tres, y si la crisis hace que los de ahí arriba bloqueen pruebas médicas caes en la casilla de cárcel y por ello la oportunidad de jugar tres rondas más. Me cago yo en la crisis, en los que pagamos con nuestra salud el "buen hacer" de todos los de ahí arriba. Ardiendo en llamas deberían salir por patas. Cuando andas desesperada por la incertidumbre que padece tu cabeza, una alma caritativa (que aún quedan!) te socorre enchufándote en un hospital que aún siente curiosidad por el cuerpo humano y se preocupa por cómo reacciona frente a diferentes enfermedades. Qué afortunada! y recobras un poco la esperanza. Enfermedades raras, nunca piensas que tengas una en tu cuerpo, de hecho cada día se descubren miles - quién puede vivir tranquila así? Es mejor no pensar, vivir en la inopia.
Lo peor es el deterioro que sufre tu cuerpo, tu ser. No dejas de echar tus entrañas por la boca, parece que andas borracha todo el día, mareada, pierdes apetito por ello tu peso sufre una pérdida de entre 6 y 7 quilos, tus articulaciones fallan y poco a poco el dolor se apodera de ti. La mitad de tu cuerpo se paraliza y deja de sentir. Tus manos tiemblan y recogen mechones de pelo que caen diariamente hasta dejarte como una bola de billar sin brillar. Sin precedentes te quedas empotrada en la cama, como mucho disfrutas del paseo hasta el sofá, mientras las taquicardias en el pecho no te dejan respirar. Y entonces te preguntas a ti misma -éste es el fin? El miedo te corroe, ahora que eres feliz! Menuda putada... Y no quieres irte por nada del mundo. Esperas que tenga solución, que te enchufen matasanos que no te maten y te conserven en vida. Ironía!. Entonces es cuando cobran importancia las cosas, todo aquello que realmente es relevante. Tu vida. El respirar, el andar, el saltar, el reír, el sentir. Tantas y tantas cosas por describir... Te aferras con uñas y dientes y lloras en el desahogo de pensar que todo saldrá bien. Menos mal que te tengo noche y día a mi vera, menos mal que te enamoraste de mí y estas aquí para darme esa fuerza que me ayuda a vivir. Esos sueños que quiero cumplir y compartir a tu lado siempre.
Días malos, días mejores y días buenos. Pero son días, días que paso y que afortunada soy en todo caso de poderlos vivir.

Datos personales