Yo

sábado, 23 de abril de 2011

Nostalgia

Nostalgia de determinado sentimiento encontrado. De bienestar en el espacio-tiempo transcurrido. De impacto emocional aceptado. Transtorno. Por la sensación adquirida. Por la necesidad de la bienvenida. Por el desgarro de los momentos experimentados. Un alma, antes escurridiza, siente ahora necesidad. Aturdida. Por dicha emoción encontrada. Sensaciones recorren mi cuerpo hoy extasiado. Recordando. Fluidos interactuando. La química existente en todo momento presente. Caricias que no caen en vano. Miradas que no son abstractas proporcionan aliento, y no recaen en la nada.
Asustada. Por la sensación experimentada. Por la situación presentada. Por motivos que generan hoy dicha nostalgia. Expectante. De acontecimientos que relaten, si ésta vez conseguí llenarte o sólo fui otra alma errante.
Curiosidad.

Pearl Jam - Daughter (lyrics)

En la oscuridad

Demasiado pequeña para conocer el significado de las palabras odio, rencor, impotencia, rabia, ira y resignación. Desolador que su cuerpo, tan menudo, albergara tanto dolor. Había logrado sobrellevar de la forma más práctica encontrada aquella terrible situación. Su alma escabullía de su cuerpo en cada ocasión. Procuraba mantenerse inerte de toda sensación, aunque muy a su pesar, algunas veces, no era posible.
Separar cuerpo y mente en tal situación, para todo ser viviente era una proeza. Aún más para una niña, al fin y al cabo.

Momentos duros, momentos difíciles, incapaces de describir por su dolor al revivir, las sensaciones creadas de su tortura más odiada. Un empujón, una bofetada, una patada o un puñetazo no eran capaces de hacer sentir el daño que hacían sus manos al recorrer su piel aún aterciopelada. Asqueada. Repugnancia. Dolores en el alma imposibles de reconstruir aún, ni siquiera en el mañana. Aún que tiene un mañana.

Ésa noche deambulaba. Su calvario lograba crear un insomnio permanente en su cuerpo y mente. Sólo conseguía dormir agotada. De soportar los ojos abiertos pasado mucho tiempo, esperando al acecho al verdugo de su lecho. Se resignaba. A esperar y a soportar. No había nada más. Consternada.
Andaba por la casa como alma desconsolada. El silencio era profundo, el de una noche sumergida en la oscuridad de éste mundo. Miles de sentimientos, recuerdos, flashes y remordimientos envolvían su cabeza.

Se dirigió a la cocina, se detuvo pensativa. Un cuchillo agarró del cajón. Ni corta ni perezosa elijió el más grande, el más acechador, el más peligroso, el más útil en todo caso. Y hacia la habitación se dejó llevar. Aún no sabía qué hacía pero su cuerpo caminaba sin  más. Y se detuvo ante ellos. Durmiendo. Como si tal cosa. Como si no hubiera crimen que no les dejara alcanzar, con la consciencia limpia, un sueño profundo y relajado. Y mientras, ella, debía de aguantar aquél calvario.

Los miraba fijamente, apenas sin respirar. Sin hacerse notar. De pie, frente a la cama. Con la frialdad adquirida por ese odio y esa ira que la llevaban a estar en aquella situación dantesca para su edad. Les oía respirar, casi roncar. Deseaba que dejaran de hacerlo. Deseaba posicionarse al lado de ellos y clavarles el cuchillo en sus entrañas, y remoberlo, para provocar cierta emorragia que no pudiera dejar paso a la recuperación inmediata. Que murieran en aquél preciso momento. Un sentimiento de desesperación corría por su alma.

Pero no logró hacerlo. Se culpó por ello. Una y otra vez pensaba que en su mano una noche obtuvo la opción deseada. Pero por culpa de su carente valor la había desaprovechado sin más. Culpabilidad.
A cambio tenía que seguir esperando a su verdugo. Prepotencia por el momento en el que no sabía actuar. Pero el miedo no dejaba transpirar ni por un solo poro de su piel la oportunidad de liberar tal sufrimiento.
Paralizada. Aterrorizada. Seguía manteniéndose día tras día. Apagándose su luz un poquito más.

Datos personales