Yo

miércoles, 20 de abril de 2011

Buenos días

De repente apartó el desayuno de la mesa sin importarle lo más mínimo. La rodeó con sus brazos y la sentó en ella. La deboraba. Miles de fluidos intercambiaban sus bocas, sin parar a pensar siquiera, se comían sin más. Poco a poco fue deslizándole las bragas por sus piernas. Una sonrisa maliciosa dibujaba la cara de ella. Encantada del echo en todo caso. Cojió la mermelada y con el cuchillo que estaba al lado de la tostada, se untó los labios de su zona más erótica.

- ¿Te has quedado con hambre?
- Siempre tengo hambre de tí..

Y empezó a lamer con su lengua todo su ser. Para su gusto y placer. No hay mejor vista que la de la cabeza de un hombre entre tus piernas, deborándote. Una y otra vez. Su mirada viciosa le hacía gracia, quizá sonreía ella también, de igual manera. Paseó por su piel la lengua. Hasta llegar a su boca otra vez. Habiéndose detenido en su pecho, juguetón estaba esa mañana..

Deslizó sus dos dedos hacia sus adentros, mojándose sin remedio por la consecuéncia del echo. Delicado, paciente de los gestos de ella, de la lujuria sentida que se apoderaba sin hacer resistencia ninguna a nada.
Creyó que estallaba. La atrajo hacia él con dominación en la escena. Mientras sus manos se agarraban a su pelo y la atraía con fuerza. Su miembro estaba tan duro que no tardaría nada en derribar ningún muro. Y a petición de ella se la metió entera.

Magnífica sensación la de sentirte dentro de otra persona. Calor. Explota dentro de tí una emoción indescriptible sin razón. Todos sabemos lo que nos produce follar. Un buen polvo además, y con quién de verdad quieras estar. No con cualquiera que pase por allí..como quién no quiere la cosa..

Se retorcía en la mesa, todo lo que había en ella cayó al suelo. Y aún les daba más morbo si cabe, así que más empeño ponían en ello. Él jugaba con las pausas, y la ralentización. El de ésta mañana en la cama había sido de desesperación, así que ya no tenían ésa necesidad animal de la que en ocasiones hacemos gala.

Sus latidos servían de compás para su movimiento de cintura. Jugando con los silencios y con las posturas..
La atrajo hacia él y la cojió otra vez, dejándola apoyada en la encimera. "Te voy a cocer toda entera..",debió de pensar.. La cosa es que no dejaban de disfrutar. ¡Los muy cabrones!, yo aquí en sequía anímica y éstos...
pf! qué mal repartido está el mundo..
A punto de llegar al final se dieron una pausa en la marcha, para poder gozar más.

Ella lo besaba como si fuera la última cosa que realizara antes de su final personal. Así que él no se pudo reprimir y volvieron a resurgir aquellas ganas de llegar al fin. Y así acabó. Entrando dentro de sus entrañas. Corriéndose. Alcanzando un clímax del que no quería volver. Quería quedarse así, disfrutando el momento, acariciando cada velo de éxtasis y placer. ¡Joder! ¡Que bueno es follar! Y sentir, quizá, que puedes volver otra vez a ése sentimiento o esa sensación que recorre tu cuerpo de bienestar total.

Así da gusto empezar un nuevo día..
Da gusto, sin más..





Como un yonqui

Necesidad. Pura y dura. Como un yonqui espera su dósis diaria de metadona. Como desea que llegue el momento de su muerte un enfermo terminal que agoniza de dolor. Como la de respirar sumergido en el mar y no alcanzar llegar nunca a la superfície. Necesidad. Esa es la sensación que recorre mi cuerpo. De saber y no saber, de ver y no ver, de tocar y no tocar, de abrazar y no abrazar. De sentir. Sentir mi corazón latir. Notar que el corazón me sale por la boca, y volverlo a tragar. Engullir.

Mi cuerpo empieza a ralentizarse. Mis sentidos empiezan a desestabilizarse. Se me nubla la vista. No percibo  tacto. Mis oidos no escuchan como deberían escuchar. La boca reseca no deja resbalar mi lengua. Ya no puedo oler cualquier aroma que me rodea. En mi cabeza una niebla envuelve mi mente. Desubicada totalmente. Pierdo fuerzas al caminar. El apetito me abandonó hace algunos días ya.. Sólo me queda esperar. Esperar a que llegue el momento de volver a encontrar esa fuerza que me impulse de nuevo, a vivir sin más.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, el vello en punta, mi piel se eriza. Taquicardias en mi pecho. Las manos tiemblan provocándome agonía. Mi garganta se inflama, el aire no pasa. Pulsaciones en órganos que no he parado nunca a pensar. Si están ahí es porque los necesito para vivir, prometo pensar más en ellos si consigo quedarme aquí. Cada minuto que pasa interminable espera. Procuro pensar en cosas bellas. Pero no hay solución alguna. Cuando apararece el dolor, es centro de atención.

Miles de sensaciones recorren mi cuerpo. Explosión de sentimiento. De seguir. De levantarme mañana y volar. De sentir mi corazón libre divagar. De pensar. De aprovechar cada segundo en mi propio mundo. De emparanoiarme con ideas varias que me atosigan sin calma. De sopesar. Evaluar cada circunstancia que proceda vivir. Conseguir. Emprender en facetas olvidadas que con gusto desarrollaba. O nuevas, aún por descubrir.

Necesidad. Sin más.


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