Bienvenidos a “El Resurgir”
Un paseo por los sentimientos y emociones del ser humano. Un pasaje sobre los diferentes estados de ánimo en los que se encuentra toda persona en algún momento de su aprendizaje llamado “vida”.
subSUELO
Enterrada bajo tierra. En un agujero escarbado con mis propios dientes. Aplastada por esta piedra que me hace cautiva de mi propia espera. Sintiendo hormigas recorrer mi piel. Sintiendo que muero en cada intento de suspiro que fuerzo para que sea significativo, pero que no logra encontrar una razón de ser.
No siento la sangre recorrer mis venas, pues carece de mareas que impulsen a regar cada uno de los órganos de mi cuerpo. Estado en decadencia.
Y aquél tan importante, para mí, para ti, para él, decayó en ritmo. Suspendido en el olvido. Sin poder hacer nada por y para él.
Divago. En el absurdo de mi existencia, en la estupidez de mi elocuencia, por seguir en este mundo de locos.
Y lloro. Lágrimas caen creando charcos abstractos que recorro pisándolos, intentando encontrar motivos ocultos en la oscuridad de ésta, mi mente, hoy sótano. Tétrico. Húmedo. Indiferente.
Levitando. Así permanezco el día entero, subrayando palabras que carecen del recuerdo de mis momentos más iluminados. Hoy sin significado aparente.
Me mantengo ausente. Reacia a pertenecer a cualquier movimiento latente. Envuelta en mi sábana de tristeza, la que me asfixia reclamando penitencia, no sé aún muy bien por qué...
Levitando. Así permanezco el día entero, subrayando palabras que carecen del recuerdo de mis momentos más iluminados. Hoy sin significado aparente.
Me mantengo ausente. Reacia a pertenecer a cualquier movimiento latente. Envuelta en mi sábana de tristeza, la que me asfixia reclamando penitencia, no sé aún muy bien por qué...
HUndida
Y el tiempo pasa… como
un suave velo acaricia mi cara, pero no siento nada. Mi mejilla ya escarmentada
carece de emociones, carece de interpretaciones. Absorbe el dolor. Ese
sentimiento que recorre mi cuerpo, pendiente del mundo entero, y a la vez,
desolación.
Aquí sigo esperando,
pendiente del oleaje. Pendiente de no sé qué mensaje que quizás traerá una
botella, ola tras ola, lenta es mi espera. Lento es el saber de no saber qué se
espera. Hundo mis manos en la arena, buscando una respuesta, a no sé qué
pregunta, a no sé qué sensación tormentosa.
Busco colores a un
negro imaginario. Pincel en mano dibujo garabatos, todos sin significado, o sí,
yo que sé, no lo sé… Me aturde el pensar, el saber, el conocer, por qué siento
éste sabor tan amargo.
Motas de polvo ven mis
ojos llenos de lágrimas, en el aire, en el espacio. Intento alcanzarlos con mis
escuálidos dedos apenados, pero desaparecen. Como todo sentimiento aprisionado
aquí en mi pecho, hoy proclamado inhabilitado. Del sentir, del vivir. Standby
para mí. Silencio atormentado.
Pasan los segundos, los
minutos y las horas. Los días encarcelados. Rejas de alcantarillado que
mantienen hoy mi mente en una celda, oscura, negra. Soledad permanente. El
latir que no se siente en un cuerpo muerto en vida. Ausente.
Ratas corroen mis
entrañas, aquellas que hoy no se alimentan de absolutamente nada. Huelga para
los cuervos que comen de mis sollozos en desespero.
CAMINO…
Camino lenta observando
mis pasos, sintiendo que no pertenezco a este mundo de naufragios. Camino
absorta de cualquier realidad, mirando sin ver a quien camina cruzándose en las
calles, en la vida. Soledad.
Miles de puntos negros
se intercalan a diario, formando líneas rectas, algunas en contacto. Miles de
cabezas pensantes sin pensar en nada, salvándose tres o cuatro de la fuerza de
la riada. Los observo aquí en la orilla,
como corre la corriente, a toda prisa.
Prisa. ¿Por qué? No
consigo entender dónde va a parar el agua. Sí, al mar, ¿Y qué? Mantenerse a
flote y mantener la calma. Pues en éste inmenso azul muchos andamos a la deriva, buscando tierra no conquistada o
quizás tan sólo un salvavidas.
Camino lenta observando
mis pasos, siguiendo a los gatos que corren por los tejados. Camino pensando
dónde está el norte, en lo que puedo imaginar más allá del horizonte. Quizás
así entre en contacto, con lo más puro de mis adentros, en lo esencial de un
ser humano.
Vomito letras que crean
palabras, en el blanco de un papel de sombras pintadas. Arrugo en mano
apretando puños. Pasando página, de nuevo blanco impoluto. Círculos dibujan mis
dedos, creando con fuerza un agujero negro, una región en el espacio-tiempo
provocado por una gran concentración de ansiedad en su interior, con el aumento
de la densidad. Con desesperación.
Me escapo de puntillas,
sin apenas tocar el suelo…
¡GRITA!
Grito con mi boca
cosida en cuero. ¡Basta!. Un “clic” en mi mente cabizbaja realiza un corto,
pero preciso, movimiento. Me niego a seguir así. Mastico fuerzas recibidas por
manos amigas que me ayudan a impulsar mi alma hacia arriba.
La luz contrae mis
pupilas, dilatadas hasta el momento por la oscuridad en la que permanecía
sumisa. Un jarro de agua fría cae en mi menudo y débil cuerpo, el que reacciona
erizando el bello, demostrándome que sigo viva. ¡Espabila! Ordena mi cerebro.
Mi campo de visión se
amplía por momentos, como se abre el telón dando paso a la función, a la obra
más importante, mi vida. Aquella en la que soy protagonista. Prohibiendo la
sensación “quedarse en blanco”, paralizando la obra en un silencio amargo.
Escuchando de fondo una vocecilla que me susurra el paso al siguiente acto:
-¡Venga! ¡Para arriba!
Un impulso mezclado en
rabia proporciona a mi corazón la descarga necesaria para devolverle el bombeo, el latir,
el sentir. Desfibrilación. Resurgir.
Espalda recta. Camino
erguida. Sensaciones revolucionan mi estómago, una ilusión ingerida. La ilusión
de saber que salgo fuera. Que puedo. Que me como el mundo entero.
Sacudo la tierra de mi
cuerpo, del agujero en el que permanecí enterrada en vida…
RESURRECCIÓN
Hago oídos sordos a las voces del mal
trago, a ésas que perturbaban mi mente en la oscuridad de
un callejón aislado. Abro mis ventanas. Aireo las penas, que marchen en
bandada. Pinto paredes de blanco. Cambio cuaderno de diario.
Siento mi sangre
recorrer mis venas como torrente en cascada. Siento que dibuja mi rostro una sonrisa, antes, ni
imaginada. Siento que corro millas en mi interior. Que repico mis zapatos de
charol, con Alicia, en el País de las
Maravillas, la que me da la
bienvenida, coge mi mano y dice:
-
Camina…
Pasos firmes realizan
mis pies. Pasos cargados de esperanza, ricos en el saber. En el saber que podré
salir, que volveré a sentir. Que mi presente es bueno y mejor será mi porvenir.
Tiro de la cadena. Que
se lleve el desagüe los malos rollos, la
triste escena. Resbala el agua por mi piel, llevándose con ella el dolor
por el que me sentí envolver. Apoyadas las manos en la pica, mi pelo mojado se
pega a mi cara, alzo mi rostro y me veo reflejada. Mis ojos me miran. Me siento
desafiada. Mi boca esboza media sonrisa y me digo un poco chula y confiada:
-
¡Venga! Esto no es nada…
Y mi alma me observa,
rezagada en una esquina de la estancia, sonriendo, feliz. Por la emoción
escenificada.
EL
RESURGIR
Desplego mis alas y
alzo el vuelo con el impulso de mi corazón, recuperado del dolor. Esa bomba en
erupción que vuelve a recobrar vida por momentos. Que dejó a un lado sollozos y
lamentos y le dio la bienvenida al amor. Amor a vivir, a CREER en mí. A encontrarme una piedra en el camino y tener la fuerza
necesaria, para poder mantener la calma, en el desnivel a sentir.
Crece vida a mí
alrededor. Libélulas se posan de flor en flor dejando una estela mágica, rica
en vitaminas, para éste cuerpo predispuesto a sentirlas. Crece el hambre en mi
interior, crece el sentir con devoción. Algo tan sencillo como visualizar el
brillo, quedarte con la imagen. Carrete analógico insaciable. Encuadres con
gran desenlace que guardaré como recuerdos memorables.
Libertad siento en mis
adentros. Poder de ejecución constante, para analizar el enfoque con el que
miro, pienso, luego existo. Una sonrisa dibuja mi rostro, carta de bienvenida,
para todo lo que venga en ésta, mi vida.
La vida con la que me obsequiaron, afortunada en todo caso, como tú,
como ella, como él…
Se hace camino al
andar. Y creamos pasos al experimentar. Emociones, sensaciones, sentimiento de
libertad. Felicidad en pequeñas dosis que te ayuda a colorear viñetas en blanco
y negro que toca rellenar.
Para SUPERAR, para SENTIR, para VIVIR.
Para aplaudir…