Yo

viernes, 21 de octubre de 2011

Sr.Tomás

Cada mañana al irme a trabajar sus ojos miran a los míos, de forma particular. Familiaridad. Punto de encuentro para un saludo cordial. Aún no sé cómo se llama, pero me gusta llamarle, (para mí), Sr.Tomás.
Siempre de pie. Con su media melena repeinada y su barba no recortada. Gris perla blanco. De Ojos tristes. Desgarro. La curiosidad me invade por saber qué tipo de vida corría. Ahora ya corre poco, sus sesenta y algo han calado hondo en el fondo de su retina. Su piel castigada por la vida, morena de tocarle el sol todo el santo día. Su rostro no disimula la agresión de un todo. De las vueltas que da la vida y los factores que la determinan, que no son pocos..

Me acerqué, dibujando una media sonrisa en mi rostro, y con mirada de asombro me miró atónito;

- Dinero no le puedo dar por que no tengo. Quizás tenga que pedir, yo también, un día de éstos... Pero le traigo un bocata y una cerveza.

Seguía sin hablarme. Sólo me miraba. Y en mi cabeza daba vueltas la triste pregunta... ¿Es tan raro que le traiga algo de comer? Triste es. En qué mierda de sociedad vivimos si se cree "extraño" un gesto normal...
¿Por qué nadie piensa en el Sr.Tomás como pienso yo en cada paso que me voy acercando a nuestro punto de encuentro? Triste. No es la palabra adecuada pero es la primera que me viene a la mente...

Sonrió, y con una graciosa mueca contestó;

- Gracias maja. Me has alegrado la mañana.

Cada mañana le encuentro. Y me regala una sonrisa y un "buenos días". Ameno. Quizá otro día le baje pastas y café, y pueda llegar a entender que no es tan raro encontrar a gente que, tal vez, no tenga tanto prejuicio encima...






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