Yo

domingo, 12 de junio de 2022

Luz violeta

Reposaba la cabeza en sus brazos, los que con sus manos, recogían sus piernas.
Su cuerpo protegido por dos grandes alas proporcionandole calor, formando un capullo de protección al dolor.

Paredes blancas corridas en negro y grises, toda la gama. Ventanas de cristales tapiadas con tablones de madera seca y desconchada. 
Por entre finas rendijas entraba una delicada, suave y débil luz que alumbraba la estancia.

Vacía. Cuatro paredes maestras encorsetaban un aire viciado. Ahogo.

Ganó sus alas hacía ya tiempo pero aún su herida supuraba. Vendas ensangrentadas cubrían su cuerpo, heridas de batalla.
Recuperar las fuerzas desde el epicentro trabajo le costaba, calma, serenidad, silencio, las voces de sus demonios en la oscuridad se alejaban. 

Pagado un dolor ocasionado con el esfuerzo de su alma. Purgar un carácter no conocido por herencia legendaria.
Conocer el medio, vislumbrar el sentido, galones que vas ganando en el camino. Recibió la gracia de ganar sus alas para seguir ayudando con un conocimiento adquirido, a otros seres, a ojos latentes que sin abrir la boca...piden auxilio.

El calor fue aumentando hasta crear una pequeña esfera. Una esfera que proyectaba una pequeña luz morada, un violeta en potencia. Desde dentro, en su vientre, fue creciendo en volumen, una energía prominente. Poco a poco fue elevando su cuerpo abriendo sus alas. Inminente.

Y se elevó, abrió sus alas, las que batió para desterrar el polvo de sus entrañas y dar paso al valor, el que sintió que le apoderaba. Un amor que de escudo sirvió para más tarde dibujar una figura esbelta y delicada. 
Evolución completada.

Sobrevoló manteniendo el posicionamiento vertical, serena, tratada en singular. Observando la estancia en la que se encontraba, le sorprendió ver dónde se había sentido recluida y abandonada. Se fijó, en su cuerpo malherido, rozó su mano al tacto, ésta vez con mimo, con cariño. Con la pena de lo sufrido, pero con la constancia de que todo había merecido.

Creó una fuente de energía desorbitada que explotó en luz, una luz que al admirarla cegaría los ojos de quién la mirara. Partió tablones, explotaron cristales, una luz que ciega pintó paredes en malva.

Respiró profundo, aire limpio, su cuerpo sanaba, de nuevo su destino. Se acercó a la ventana y con delicadeza cruzó la barrera recluyendo sus alas y una vez fuera observó con alivio su entorno, sintió la fuerza, su naturaleza.
Por fin estaba conectada.

Volteó su figura en el aire formando remolino, de él se desdibujaron heridas, la sanación representaba.

Y con una sonrisa sin poder reprimir alzó el vuelo para aprender a sentir, a percibir lo que antes no tenía sentido, en un  abrumador estallido de emociones por vivir. 

Por ayudar a otros a descubrir cuál es el verdadero sentido de la vida.


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