Yo

sábado, 2 de julio de 2011

El roce de sus manos

Cuando entraba en el supermercado sentía la necesidad de mirar a cajas. Por si casualidad había coincidido con su turno y la vería cobrando pocos minutos más tardes. Al primer golpe de vista nunca la veía... así que se dirigía a por lo que necesitaba comprar directamente. Un cartón de leche, un cartón de zumo de naranja, huevos, un pimiento rojo, un pimiento verde, un calabacín, una berenjena, salchichas, cuatro iogures y una Xibeca. Se dirigía a caja. A perder el tiempo. Los veraneantes establecen un monopolio, tegiendo una red prolongada, haciendo que tu rutina incremente en un tiempo considerable.

Se la había encontrado las últimas 4 veces que había bajado a comprar y no había podido evitar reírse con ella, dedicarse unas palabras graciosas y despedirse hasta la próxima. Realmente deseaba encontrársela trabajando... realmente deseaba verla.

Y ahí está... De repente no le importa el tiempo que tenga que esperar, de repente una sonrisa se dibuja en su rostro buscándole la mirada a esos ojos grandes y abiertos color miel que desprenden ternura y al mismo tiempo alegría allá donde miren. A conjunto con su sonrisa que permanece inalterable. Graciosa estampa por sus dientes mellados y su carita tierna de chica atenta.
Dos turnos y llegaría el suyo. No sabía por qué le llamaba la atención de esa manera..

- Hola
- Hola guapa
- ¿Me das dos bolsas?
- Claro, pero te cabrá todo en dos?
- No, ¿verdad? ... Bueno, dame tres entonces...
- Sonrisas -
- Miradas -
- Seran 14,95€.
- Ten.

El mundo se para unos segundos. Sus ojos se miran y parece que la clienta de atrás, la que ha estado dando por culo desde que llegó, ha dejado de existir. No vive nada más a su alrededor. Sólo sus ojos y sus manos que vuelven a rozarse.

- Vale. Aquí tienes. Que tengas un buen día..
- Tú también..

Las palabras "que tengas un buen día" retumbaban en su cabeza produciéndole una sonrisa de oreja a oreja, incluso unos metros andados tiempo después. No sabía cuándo debería volver al súper pero esperaba de nuevo verla en caja y volver a sentir sus ojos como se clababan en su mirada con aquella dulzura y, curiosidad tal vez, a la vez.

Realmente creía que había existido un feeling especial entre las dos. Las miradas, a veces, dicen mucho más que las palabras... hasta el momento pronunciadas...







2 comentarios:

  1. Que encuentro más romántico. A veces la definición de "amor puro" se deja ver en situaciones como ésa. No hace falta decirse más que una sonrisa para saber que alegras y te alegran, el día y quizá la vida.
    ¡Qué viva lo platónico! (en el amor, claro... y sólo a veces, claro)
    Saludos ;)

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  2. Lo platónico, diría yo, es lo que enamora, luego llega la realidad y te llevas el chasco de tu vida...

    jaja ;)

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