Yo

miércoles, 16 de marzo de 2011

Nostalgia

Cierro los ojos. Soy capaz de recrear cada detalle, de sentir cada olor. De recordar momentos dulces, momentos divertidos, momentos duros, momentos..felices. Cuando deseo evadirme, sea por la razón que sea, siempre recurro al mismo lugar.
Nada más entrar a casa me recibia aquel gato blanco de porcelana..sentado. Parecía pensar por sí mismo. Siempre me había ocasionado cierta desconfianza mirarlo.. no me gustaba. Colocado encima de aquel recibidor, antiguo. Me encantaba su forma. Años más tarde, cuando crecí, me recordaba a los tocadores que tenían las señoritas en sus dormitorios para embellecerse. De madera caoba, sus flores blancas y rosas dibujadas en las puertas me encantaban. Encima un espejo enorme, o por lo menos a mi edad, me lo parecía.

Al lado encontraba la habitación de mi tío..sentía adoración por él. Sólo podía dormir la siesta acurrucada a su lado. Tocándole el lóbulo de la oreja mientras él caía rendido en 5 minutos, roncaba de tal manera que mi abuela no lograba entender cómo podia dormirme a su lado.. Se sentía feliz. Habían dos muñecos ancianos sentados en unas mecedoras, en la estantería de al lado de la cama. Al lado de mi muñeca de la mili, que me trajo cuando juró bandera. Los abuelitos contaban cuentos, mientras se mecían. Tenían la cara dulce. Pensaba que mi abuelo sería así de viejito.

Cuando acababa de dormir la siesta me esperaba mi abuela en el comedor, con la merienda para los dos encima de la mesa. Para él un bocadillo enorme de salchichón o de chorizo. Para mí lo mismo, por que todo lo que hacía, o comía mi tío lo tenía que acabar haciendo o comiendo yo. Mi abuelo sentado en el sofá siempre renegaba.
Fumando. Mirando la tele. Nos miraba de reojo y se hacía el duro..pero cuando le miraba yo..no podía remediar guiñarme el ojo..
Aquellos sofás verde oliva eran duros como una piedra. Antiguos, como todo lo que había en casa. había uno de dos plazas, y dos individuales. Aterciopelados. Con botones de decoración en los respaldos que yo me encargaba de descoser para inri de mi abuelo. Delante un mueble caoba oscuro que ocupaba toda la pared a lo largo..
En la tele..toros.

Cuando acababa de merendar salía por la cocina, donde mi abuela se recreaba entre fogones, hasta conseguir aquellas comidas que todos devorábamos más tarde. Cocinaba tan bien.. LLegaba a la terraza corriendo, por donde miraba si habían acabado de merendar como yo los demás y ya estaban en la acera con sus madres, sentadas en sillitas haciendo corrillo mientras hablaban de sus cotilleos y de reojo vigilaban, atentas a cualquier despiste.

Mi abuela al ojear si ya habían bajado, me mandaba a correr por mi chaqueta a mi cuarto. Pasando por la cocina y por delante de mi abuelo renegando de que no corriera, pasaba por delante de la habitación de mis abuelos. Me encantaba dormir con ellos..de vez en cuando lo conseguía. Había una cama enorme para mí, con una colcha blanca satén. Una mesita de noche a cada lado de madera granate. Y al lado de la puerta un tocador, a juego. Donde mi abuela tenía su joyero, y una foto del día de su boda en blanco y negro. Mi abuela era joven y guapa. Fina de cara con el pelo negro liso llegándole a la cintura. Con un tocado en red ladeado. Con guantes finos blancos cogiendo un ramo. Mi abuelo apuesto como ningun otro hombre, al lado. Los dos sonreían naturalmente.
Debajo de la ventana, en un rincón, había una butaca de mi altura donde me sentaba siempre mientras miraba a mi abuela desvestirse y canturrear mientras se quitaba los pendientes y los dejaba en el joyero.

Al lado estaba mi habitación. Me entantaba mi habitación! para mí era la más grande. Llena de juguetes. Solo entrar a la izquierda tenía mi cama con mi mesita de noche. Y a los pies un armario que me sacaba tres cabezas. Todo lo demás eran juguetes.. La noria de las barriguitas, la cocinita, Rosaura, mi mesita del té.. y las miles de muñecas que me acompañaban.

Cojía mi rebeca y volvía corriendo al lado de mi abuela. Me arreglaba siempre para que fuera mona. Me llevaba al baño, al lado de la habitación de mi tío, y me lavaba las manos y los dientes. Siempre bajo su sonrisa. "Vamos que habrán bajado todas".. Recuerdo su mirada, dulce. Todo lo tierna que puede ser una abuela que se convierte en madre. Cómo la quería.. Ella junto a mi abuelo y mi tío era lo que más adraba del mundo. Lo único que conocía.

Añoro aquellos años. Donde sólo había felicidad para mí. Donde tenía a quién más necesitaba y más quería. Ahora no encuentro ese sentimiento. No encuentro ese lugar al que pertenezco. No están. No me pueden abrazar en momentos de debilidad. Ni me puede guiñar un ojo de complicidad mientras me sonríe. Ni me mira tiernamente mientras me lavo las manos y los dientes después de merendar. No oigo canturrear.

Por ello cierro los ojos. Para sentirlos en mí.

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