Yo

martes, 28 de agosto de 2012

Distorsión

Caras distorsionadas giraban sobre su eje envolviéndole en un huracán de vacías sensaciones. Caras que no decían nada, que gesticulaban sus bocas imitando el pronunciarse. Sin nada que decir. O posiblemente la barrera del sonido, que ella había creado a sus propios oídos, le impedían el oír gritos ahogados en el intento fallido de una reacción a sentir.

Los pasos de cada individuo a cámara rápida. Movimientos espásmicos que agilizaban la escena. Ella en concreto estática. Visualizando sus pies quietos en un cuadrante mínimo. Sintiendo el latido de su corazón.
Un, dos... un, dos... Intervalos de tiempo de 2 segundos, ralentizado si cabe en 4. Una mente lenta en reacción que permite el enfoque en extorsión. Blanco y negro para la falta de luz en su campo de visión.

Cierra los ojos unas décimas de segundo. Tan rápido como a la velocidad de la luz los abre por completo.
Caminantes recuperan su ritmo normal. El aire caliente acaricia su cara. Barrotes de cristal que antes la aprisionaban se deshacen sin más. Libre. Liberada. A sí misma se miente. Un cubo perfecto de seis caras que la mantienen recluida en una mente peligrosa donde perderse. Una cara que se desvanece hacia un infinito de vacío eterno y consecuente. En el absurdo de la incoherencia que en ella misma siente.

domingo, 26 de agosto de 2012

Espejo roto

Espejo roto de sombras en el pasado.
De imágenes en contrapartida
Ilusiones imaginables en mi piel adheridas.

Mil pedazos caen sin remedio,
lágrimas de sollozos y lamentos.
Cristales que cortaban mi piel. Intentos.

Corre maquillaje por mi cara empapada,
lluvia que limpia mis adentros.
Imagen reflejada en una escena cuarteada.
Recojo escombros y desechos.

Para los que ríen, para los que lloran,
para los que sienten, para los que quieren,
para los que chocan, para los que afrontan,
para los que viven, para los que...

Se asoman.








jueves, 23 de agosto de 2012

Guante blanco

Me tiembla el pulso. Un hombre vestido con bata blanca sumerge su mano en un guante blanco de látex que estira inclinación abajo, como si de tira chinas se tratara, deja escapar la goma con chulería mientras me mira y se reproduce un sonido para mi nerviosismo, estremecedor. Una mascarilla y un gorro blanco acompañado por sus lentes, casi imperceptibles a la vista por el deslumbre de tanta claridad, no le otorgan precisamente el adjetivo de tranquilizador.
Mucho menos si se dispone a coger una jeringuilla con la aguja de palmo por la que deja escapar un pequeño chorro de matasanos que será introducido posteriormente en mi cuero cabelludo.

Ya estamos otra vez aquí, me había prometido a mí misma que no dejaría que pasara de nuevo. Pero el inconsciente es especialista a marchar según su antojo y no está por la labor, muchas veces, de tener cierto equilibrio emocional. Luego el organismo de tu cuerpo se ve afectado y la factura llega tarde o temprano.

Mi estiramiento en la camilla parece la preparación para una tortura china. Mi cuerpo tiembla. No puedo evitar que mis nervios emerjan a flor de piel cuando un hombre, al que encuentro algo raro y me da un resultado de -3 en seguridad, se planta delante de mí con semejante arma blanca en las manos.

- Relájate. Sabes de sobra que es fundamental para sentir el mínimo dolor posible.

Relájate tú. Intenta relajarte con una aguja de unos 15 centímetros y medio apuntando mi cabeza. Medio centímetro más de la media española, (mejor tomárselo con humor). Luego nacerán pequeñas dunas en mí que serán producto de la inflamación de dichos matasanos que no sé muy bien si confiar, aún, en si sirven para sanarme o matarme. Hoy en día creo que es mucho más posible la segunda opción. Al menos a largo terminio.

El mareo posterior es lo peor. Las fiebres, ocasionalmente, según tu cuerpo se sienta, y el malestar general, recrean el cuadro perfecto como para desear una escena así de momento y hasta la fecha, quincenalmente.

- Hola! Qué tal?! Todo bien?
- Sí, claro. Tutto bene..!

lunes, 20 de agosto de 2012

Carrusel

Nunca me pareció bonito. Las figuras me recordaban a películas de terror, donde enfocan en primer plano con música tétrica para dar ambiente al susto que llega después inevitablemente. Nunca creó una fantasía en mi cabeza. O quizás sí, pero en ningún caso fue el tipo de fantasía que supuestamente tiene que crear un niño. Que girara y girara a una velocidad inimaginada. Que realizara un centrifugado exprés. Su paso lento y trayectoria circular insulsa e incapaz de transmitir cualquier emoción no tenía ningún tipo de atracción para mí. Quizá fui tarde, no fui demasiado niña. Pero las circunstancias de mi vida me hicieron crecer de forma vertiginosa, y lo que a los demás niños les provocaba ilusión, a mí me creaba indiferencia. Viéndolo desde fuera, me imaginaba de pie en el epicentro, dando vueltas sobre mí misma, una y otra vez, quizás con suerte pudiera desaparecer.
Miraba sus caras, alegres e ilusionadas. Yo me mantenía ausente. Intentando imaginar que mi caballito de mar pudiera escapar de repente, que me sumergiera en un mar azul, libre, diferente...
Pero mi mente volvía en mí, y reflejaba la realidad consecuente, que bajaría en 3 minutos y todo sería como siempre.

Ir a la feria para mí no fue nunca una ilusión. Como tampoco lo fueron escenas disfrazadas de satisfacción.
Y aún me enseñas fotos de niñez con devoción... Si dibujara el sentimiento que yo tube sería coloreado con dolor. Eso precisamente viví yo. Y no puedo ponerme careta, dibujar una sonrisa donde todo fue tristeza. Pasas página con rapidez, yo aún mastico y trago situaciones de defensa. Defensa propia. Lo que tube que aprender a tu lado. Una gincana que hoy en día aún no tiene salida. Un laberinto como el de Humor Amarillo, en el que escoja la puerta que escoja acabo encontrándote a ti, disfrazada de buena madre y esposa. Una realidad tormentosa que ninguna de las dos soporta.

Y el paso del tiempo, que a veces lo cura todo, sigue permitiendo que mi herida sangre. Sigue recordando todos los instantes en los que nunca me sentí niña. Sino una desgraciada desvalida que tubo que crecer a contrareloj en la vida. ¿Aún quieres que sonría recordando ésos momentos de mi vida? Se siente, no va a poder ser. Mi alma sigue herida y no sé muy bien hasta cuándo podré.

Quizás más tiempo, no lo sé. Demasiados acontecimientos para un corazón cansado ya de reconocer que me tocó a mí sufrirte a ti. Y que intentes ser otra persona ahora... está por ver.

lunes, 13 de agosto de 2012

Dibujas

Dibujas un muro para crear una distancia. Inimaginable.
Dibujas cuerdas presionando tus brazos para combatir tu necesidad de abrazarme.
Dibujas grilletes en tus muñecas para justificar tu deseo de acariciarme.
Dibujas esparadrapo en tu boca para de mis labios ahuyentarte.
Dibujas tus párpados cosidos en cuero para no observarme.
Dibujas palabras, caídas al suelo, que no quieres pronunciarme.
Dibujas armadura, que proteja tu pecho, para resguardar el latir de lo que tienes ahí dentro...

No sabes dibujar...

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