Yo

martes, 8 de noviembre de 2011

Segundas oportunidades

Nadie dijo que la vida fuera fácil. Y muchas veces te preguntas, ¿Por qué? La respuesta es "para hacerte más fuerte".
Porque cuando dejamos de crecer, empezamos a morir.
Muchas veces en mi vida me he preguntado por qué, sobretodo en mi niñez, preadolescencia y adolescencia. Mi vida era una farsa, vivía una película imaginaria donde representaba a una persona que ni siquiera conocía. Mi yo permanecía en un subconsciente, consciente en todo momento de todo lo que ocurría a mi alrededor, pero aún así sin capacidad de reacción. Posiblemente por mi corta edad, o inexperiéncia, y sobretodo miedo.´Todo de cara al escaparate. Creo que podría haber sacado provecho de mis dotes escénicos, pues mi puesta en escena era totalmente creíble, y mi cara reflejaba una normalidad y calma excepcional cuando en mi interior azotaba un huracán de tormentas por emociones y sentimientos encontrados. A cierta edad es controlable, pero a una determinada, antes nombrada, puede ser el principio del fin de una mente sana, y apoderarse un carácter perturbado abandonado de la mano de Dios(e.p.).
La frialdad, el odio y el asco pueden convertir a todo ser viviente en una decadencia pura y dura de autoestima. Dándole cobijo a sensaciones como pena, dejadez, ausentismo, apatía, dolor y en determinados momentos rabia incondicional. Una vida así, irremediablemente, invita a acariciar la dulzura de una muerte segura, pero entra en juego (para quién es fuerte), la palabra orgullo. La palabra huevos. Huevos a tener para darle portazo en las narices a quién te ha deseado como poco ser una puta desgraciada de la vida para acabar en la cuneta de alguna carretera.
Supongo que eso da fuerzas para seguir, para subir. Emerger de la mierda donde te ahogaron y que, hoy por hoy,  procuras olvidar.

Hace tres años renací. Volví a tener la oportunidad de ser yo realmente. Y creo que nunca he conseguido estar tan tranquila como ahora. Claro que de todo aprendes, todo hace crecer tu mente diariamente. Y claro que de todo se sale, respirar es un acto innato. "Respira, y sal de la mierda donde estés metida", una y otra vez me decía yo misma.
Lo mío me ha costado, y aún arrastro secuelas de cicatrices incurables, sangrantes, que me acostumbro a lamer cuando se abren. Hasta cerrarse. Hasta nuevo aviso. Algún bajoncillo... Pero de alguna manera, irremediable.
Por lo menos camino con la cabeza alta, orgullosa de ser quién soy. Y cómo soy.  Para darle con la puerta en las narices a los que deseaban mi tumba cavada. Para mirarles a la cara y escupirles con todas mis ganas...

Para gritarle al viento que estoy aquí!
Libre. Feliz.

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